Este libro ofrece una concepción muy original del trauma así como de la fisiología de la mente, basada fundamentalmente en contribuciones de Bion. Todo ser humano ha sido fatalísticamente marcado por la presencia –y por la eventualmente ausencia–, de los objetos primarios. Muchas de estas ausencias-presentes podrían representar eventos temporales, sin embargo, muchas otras sobrepasan el escudo protector de Freud y se hacen permanentes, dando lugar a la presencia de un sufrimiento continuo o trauma preconceptual.
Al igual que la hora del té del "sombrerero loco" en Alicia y el país de las maravillas, los traumas preconceptuales se convierten en un eterno "ahora", continuamente proyectado en todas direcciones. Estructuran la idiosincrasia de todo ser humano y dividen la mente en dos estados opuestos: traumatizado y no-traumatizado. Tentativamente, el espíritu y la naturaleza fundamental de la absoluta ubicuidad y significado del trauma preconceptual puede ser formulado como entidades estructuradas diacrónicamente en forma de una narrativa de presencias ausentes en conjunción constante; constituyen una especie de parásitos emocionales altamente tóxicos que habitan el inconsciente desde muy temprano, que se alimentan de tiempo y espacio, e inhiben los procesos de simbolización; los cuales son proyectados en todas partes y se reproducen a sí mismos continuamente, determinando de esta manera no sólo todas las formas de psicopatología, sino también la idiosincrasia de cada individuo.