En el segundo título, Fortunata regresa tras una etapa marcada por la caída y la marginación. Ahora convive con Maximiliano Rubín, un hombre frágil y enfermizo que, movido por la esperanza de regenerarla, se casa con ella pese a su inicial rechazo. Sin embargo, Fortunata sigue atrapada por la pasión hacia Juanito Santa Cruz, cuya seducción egoísta no cesa.
Entre el deber conyugal y la atracción prohibida, Fortunata libra una lucha interior que define su destino. Maximiliano, cada vez más inestable, se consume en celos y desengaños, mientras la protagonista se embarca en una relación definitiva con Juanito… solo para ser repudiada. Embarazada y consciente de que nunca ocupará el lugar de Jacinta, Fortunata afronta su final con un gesto conmovedor: confiar su hijo recién nacido a Jacinta, sellando el contraste entre ambas mujeres.
Una historia intensa sobre clases sociales, pasiones y moral, donde Juanito encarna el egoísmo destructivo y Fortunata se convierte en símbolo de sacrificio y tragedia.























