La obra que marcará un antes y un después en la redacción de las leyes, las sentencias, los contratos y todos los textos que afectan a los ciudadanos y a su derecho a comprenderlos.
Se han producido en nuestro tiempo cinco notables acontecimientos que están reclamando adaptaciones del lenguaje oficial de un modo mucho más intenso de lo que cualquier otro fenómeno técnico o social haya llegado a afectarlo a lo largo de la historia.
El primero de ellos es el reconocimiento del derecho a comprender como un derecho subjetivo y exigible de los ciudadanos. El segundo está inmediatamente vinculado al anterior e impone a los poderes públicos y entidades que prestan servicios de interés general la adopción de un lenguaje claro cuando se dirigen a los ciudadanos. […] El quinto de los acontecimientos que me parece reseñable desde el punto de vista de los impactos contemporáneos en la cultura del lenguaje claro es la aceleración que está cobrando la inteligencia artificial. En este caso, asistimos a un fenómeno único en la historia como es el de las máquinas parlantes, herramientas dotadas de inteligencia artificial que pueden utilizar el lenguaje natural como los humanos… o mejor incluso que los humanos. Estas máquinas son programadas por sus fabricantes y atienden a reglas algorítmicas que no necesariamente asumen los cánones de la normativa de la lengua. Separarse de la normativa general puede afectar a la claridad de los mensajes, y propiciar la emergencia de variantes lingüísticas, dialectos digitales o jergas nuevas que introduzcan confusión en los usos de una lengua, como la española, hasta ahora regido por una normativa universal y única.
(De la «Introducción»)