El narrador de Gracias llega en un barco como esclavo a una isla, en un tiempo que es y no es el nuestro. Las tareas innombrables a las que es sometido y la lucha por la liberación que encabeza son parte de la narración. Pero Gracias no es sintetizable en una trama: la experiencia de leerla revela que es tanto novela de aventuras como novela política, e incluso novela de ideas. Estas ideas llegan a nosotros desde la primera oración con toda su potencia y estimulan la aventura de leerla y releerla. Porque Gracias es uno de nuestros clásicos, que no pierde la frescura de su odisea ni su fulgurante contemporaneidad.
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