Más de un cuarta parte de la superficie Holanda se encuentra bajo el nivel del mar y solo una mínima parte supera los 20 metros de altitud, lo que ha supuesto una relación especial entre los holandeses y el agua, que se traduce en fascinantes paisajes de canales, lagos, ríos, así como pólderes, diques y sus famosos y tradicionales molinos.
La mayor parte de la población se concentra en las zonas centro y occidental del país. El llamado Randstad es una concentración urbana, como un semicírculo, formada por Ámsterdam, Róterdam, Utrecht y La Haya. El resto del país es una combinación de zonas agrícolas, pequeñas ciudades plenas de encanto y zonas naturales protegidas.
Además de una naturaleza desbordante, las expresiones artísticas florecen en todos los rincones del país, debido en buena parte al legado cultural de la Edad de Oro holandesa (siglo XVII) y artistas de la talla de Rembrandt y Van Gogh. Vale la pena sumergirse y descubrir aquí algunas de las mejores pinacotecas del mundo, como el Rijksmuseum y el museo Van Gogh en Ámsterdam, el Museo Boijmans Van Beuningen en Róterdam o el Mauritshuis en La Haya.
Tolerantes y abiertos, los holandeses son también disciplinados y amantes de la eficacia, y nunca dirán que no a una cervecita fresca o a un chocolate caliente cuando el trabajo está listo. No en vano se les conoce como “los mediterráneos del Norte”.