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La coartada

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"La incertidumbre", ahí estaría el valor novelesco y por lo mismo no estaría en argumento ni en el suspenso ni en el nudo ni en el desenlace ni en la trama, sino en la vacilación. Qué es real en el papel y qué no lo es. Con palabras; "las magias parciales del Quijote" de las que hablaba Borges.

"En la literatura las ideas no están, pasan", asegura Manuel Hernández en esta dialéctica de la evocación que construye su memoria sorteando los recuerdos. Más que un ideal narrativo, hay un interés por la deriva singular que hicieron tanto de sus clases de literatura de la Universidad de los Andes, donde enseñó con igual ímpetu a Walter Benjamin como Gabriel García Márquez, como en su propia vida que comenzó en los años cuarenta y que recorrió buena parte del siglo XX y lo que va del XXI insistiendo en que "las narraciones están vivas y vehiculan la experiencia, la llevan, como ágiles ejemplares equinos, prestos y sin capacidad de discusión. Equinos equitativos, los relatos muestran la experiencia en estado patente y palpitante, están los leños, donde ha combustionado la experiencia, quemándose a ún. De su parte, el lector aporta la escucha". Se trata, pues, de una serie de textos singulares que entreveran lectura y experiencia, recuerdos y ficciones, como cada una de las huellas que ha dejado Hernández en sus poemas, en sus propias derivas viajeras, en sus amistades, en sus amores y, sobre todo, en su prof unda convicción de que la literatura debe asomarse a plantear problemas vedaderos y no soluciones periodísticas, "la mayor parte de las veces triviales". Un libro que abre miles de preguntas y caminos para quienes han seguido un pensamiento que no delimita ni concluye sino que enseña a pensar.