Un sorpresivo artefacto narrativo que ofrece un mural inquietante de la condición humana.
Un pueblo real convertido en un guiñol fantasmagórico. Una galería de personajes que componen una trama común en la que casi nada es del todo lo que parece. En su nueva novela, Felipe Benítez Reyes plantea esencialmente el enigma de la identidad: cómo nos interpretamos a nosotros mismos a partir de la voz indulgente de la conciencia y cómo interpretamos a los demás a raíz de unos datos por lo general equívocos y engañosos. Un sorpresivo artefacto narrativo que ofrece un mural inquietante de la condición humana. Una indagación en el secreto minucioso que es cualquier vida. La vida, en suma, como una extraña ficción representada ante los otros.