Una apuesta por la solidaridad, la fraternidad y el optimismo como fórmulas para alcanzar la felicidad, la propia y la de los que nos rodean.
¿Dónde ha quedado la fraternidad en la construcción de nuestro mundo? ¿Es hoy un término en progresivo desuso? Puede que lo sea, pero lo cierto es que, pese a todo, va a ser la gran protagonista de los próximos años. Las últimas investigaciones neurocientíficas van a hacerle justicia, porque en los laboratorios se ha constatado que la fraternidad es la llave de la felicidad. De la concreta y cotidiana, la que da sentido a la vida del ser humano. Ahora sabemos que el bienestar individual y social se construye con la suma comunitaria y no con la resta competitiva, que el altruismo es el camino más recto para llegar a la felicidad, que se puede hacer crecer el amor compasivo a través de la práctica voluntaria… En definitiva, que la revolución fraternal está en nuestras manos y ya es imparable.