Haciendo de la literatura un ejercicio de memoria histórica, en La tierra donde volvimos a nacer Jaime Laventman narra una historia de exilio, supervivencia y redención, en una novela sobre la fuerza de las raíces, los lazos de sangre y las cicatrices que se heredan.
México, 1924. Desde las frías tierras de Europa oriental, donde ser judío se ha convertido en un estigma y sinónimo de persecución, dos jóvenes parejas atraviesan el gran océano para escapar del antisemitismo y de las guerras que están exterminando a su gente. Provenientes respectivamente de un pequeño pueblo ucraniano llamado Zhytomyr y de Cracovia, los matrimonios Yehuda-Natasha y Leah-Yakov llegan al puerto de Veracruz arrastrando tras de sí una gran estela de dolor, abusos y muerte. En México hallan una riqueza que los sorprende, así como una comunidad que los recibe con los brazos abiertos, sin embargo, el peso del pasado es una carga difícil de sobrellevar y una retahíla de secretos y traiciones, que ocultan como cualquier familia, los perseguirá hasta el Nuevo Mundo.