Las confabulaciones es, contra cualquier predicción,
una novela de narrador curtido y, no obstante,
es la primera que brota del ingenio de Ignacio Miquel.
Un relato que, como señala Manuel Longares,
en el prólogo, «al concluirla, el lector se ha reído
mucho con las peripecias de Julián e incluso pueden
servirle de brújula para no equivocarse. Pero
muy probablemente, su identificación con el protagonista
no derive tanto de compartir sus hazañas
como su filosofía vital. Y es que con ese compañero
de viaje no le importaría recorrer el mundo.»
Compañerismo aventurero que no deja de pasmarnos
al concluirla, pues la trapisonda de Julián transcurre
sobre el mundo que tenemos a más a mano:
el Madrid actual. Un espacio que oculta un envés
para nuestra perplejidad, pues ese espacio y ese
tiempo, que creíamos de sobra conocido, no es
sino una inmensa confabulación que vamos a desvelar,
casi a trompicones, de la mano del protagonista.
Ante tan inesperado descubrimiento advertiremos
que Las confabulaciones es una novela de una
agudeza y de un sarcasmo sin paragón en el panorama
literario actual.