«Miré al trasluz la botella vacía:algo se movía allí dentro».
Las lágrimas del trovador es una reunión miscelánea de textos que van desde relatos y microrrelatos hasta piezas totalmente ajenas a lo real, las cuales bien pueden tomarse como chispazos de sueños. Escritas poco a poco y sin orden concreto a través de los años, alcanzan el número de cien piezas. El autor las ha ido componiendo dejándose arrastrar por el extrañamiento y el dictado de las sensaciones derivadas de su enfermedad mental. Así, los textos, incluso los más «realistas», componen una rara colección de experiencias no mágicas, sino enfermizas.











