Las lenguas ensanchan nuestro horizonte y nos abren a otras gentes y culturas.
Cuando hay lenguas en contacto en un territorio, sus hablantes respectivos pueden competir por el espacio público, y esa competencia puede originar conflictos. Uno de los espacios de contacto más relevantes es la escuela. ¿En qué lenguas se nos enseña y aprendemos? ¿En qué lenguas nos relacionamos con los compañeros y profesores?
Si existe una lengua mayoritaria y otra minoritaria, ¿el bilingüismo permite que ambas pervivan o una acaba sustituyendo a la otra? ¿Es entonces preferible el monolingüismo en la escuela para proteger la lengua más vulnerable? ¿Es este monolingüismo conforme con la Constitución? ¿Favorece una relación amable entre las dos comunidades lingüísticas? ¿O es el bilingüismo asimétrico la solución más aceptable?
En los años 80, la Generalitat de Cataluña puso en marcha —y ha venido impulsando desde entonces— la normalización lingüística del catalán en la sociedad y la inmersión en esta lengua en la escuela. ¿Qué consecuencias ha tenido esta política?