«Los pensamientos de la gente viven en el aire, se alojan en el aire lo mismo que nosotros en nuestra casa. Antes de ser llevados a los libros, al solo ser pensados y aunque nunca se escriban, ya viven en el aire», dice Ino Moxo hacia el final de este libro. Para César Calvo, su autor, la figura del aire es recurrente como un contenedor: el cosmos donde la vida y la muerte se suceden sin pertenecer a nadie, porque es de todas y de todos. Adentro, la vida vegetal y animal atraviesan sus vicisitudes, sus anhelos, sus desgracias, sus amores, su supervivencia, y también sus odios, en el caso de los hombres y las mujeres.
Sus diversos orígenes, peruanos o no, sus historias, peruanas o no, y sus devenires, escritos u orales, figuran ya en el aire. Por eso las mitades peruanas van atándose a las mitades del mundo hasta ser un solo bosque planetario. Este es el mapa que aspira recrear César Calvo con Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía.
Un mapa que contenga lo visible y lo invisible. Pasado, presente y futuro. Lo local y lo global. Lo cosmogónico y el caos del universo que queda indescifrable. Este es el puente que nos conduce hacia la tercera orilla, este lugar que son todos los lugares vistos, saboreados, olidos y escuchados desde su (in)posible, y por eso válida, representación de la selva.