VERSIÓN TEATRAL DE FERNANDO MARÍAS Y JAVIER HERNÁNDEZ-SIMÓN.
Los santos inocentes es una de las grandes novelas del siglo XX y su envergadura se agiganta ante el reto de transformarla en texto teatral. Delibes, en poco más de ciento cincuenta páginas, crea un universo tan sólido y veraz que a veces parece trascender a su autor. Habitan ahí personajes extraordinarios, más vivos y complejos en cada nueva lectura, que surgen de una mirada lúcida e inmisericorde sobre la España del franquismo, que es también una mirada sobre el ser humano, sobre el mundo y, sin duda lo principal, sobre la España de hoy.
Delibes no muestra circunstancias y personajes que fueron y ya no son. Al contrario: advierte que esas circunstancias y esos personajes nunca se acabaron de ir, siguen estando ahí, aunque sea con otras formas, aguardando la oportunidad de retornar con fuerza nueva.
El lector detectará en Azarías rastros de héroe anómalo, un silencioso corazón grande en Régula, la maldad impune de Iván, que todo lo quiere dañar. Paco, con su resignación férrea, es acaso el personaje de Los santos inocentes que más nos concierne. Paco el Bajo es la pregunta y cada uno de nosotros la respuesta.