Los poemas de María Enriqueta Camarillo son trágicos y solemnes. No hay uno que termine en satisfacción: incluso los que inician con un argumento que no parece fatal, se encauzan hacia la pérdida, la soledad, la imposibilidad de ser feliz. Quizá su sensibilidad femenina le facilitaba ver personas y circunstancias que la sociedad invisibilizaba para retratar la pesadumbre con belleza. La humildad por la cual ella misma abogó como poeta está impresa en su interés por lo ínfimo y lo cotidiano. Su escritura es valiente por esta búsqueda y por nunca abandonar el sentimiento puro y auténtico que enmarcó su obra: una tristeza melancólica por la soledad y la pérdida. Ramón López Velarde afirmó cuando la conoció que su sinceridad era palpable, y ésta es notable también en sus textos. Esperamos que la presente edición sirva para comenzar a andar un camino hacia la lectura de sus poemas, así como los de otras poetas latinoamericanas fundamentales en la historia literaria de nuestra lengua.
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