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Tadeo sabe que si reprueba álgebra perderá cualquier oportunidad de que Sandra, la chica que siempre le ha gustado, lo tome en serio. Ella tiene el mejor promedio de la escuela y ha dejado muy claro que su futuro novio debe ser alguien igual de comprometido que ella.
Cuando Tadeo se resigna a no conseguir quien lo ayude a prepararse para el examen final, encuentra al tutor perfecto en el lugar menos esperado: una fiesta. Se trata de Sebastián, el integrante del equipo escolar de matemáticas al que tuvo que besar mientras jugaban a la botella. Ambos están convencidos de que ese beso no significó nada, por lo que no les impedirá pasar las tardes estudiando juntos… incluso si no pueden dejar de mencionarlo.
A medida que la fecha del examen se acerca, Tadeo comenzará a cuestionarse si su repentino interés por las matemáticas se debe a Sandra o a algo más. Quizá esta sea su primera oportunidad de decidir a quién y qué es lo que realmente quiere.