Esta provincia septentrional, bien conservada, es ideal para desacelerar la marcha, entre una naturaleza costera virgen y abundantes vacas blancas y negras. Los habitantes son gente independiente, con un idioma propio que exhiben con orgullo en las señales de carretera. No solo tuvieron que construir diques para proteger sus tierras, sino que también crearon las tierras en sí. Las singulares marismas, entrelazadas con el Waddenzee (mar de Frisia), figuran en la lista de tesoros de la Unesco, y las islas de este mar son el destino veraniego más de moda del país, con bosques, dunas y playas surcados de sendas ciclistas. En el centro de la provincia se halla la atractiva capital bordeada de canales: Leeuwarden, Ciudad Europea de la Cultura en el 2018, de ambiente dinámico. Más allá, los pueblos de pescadores y las ciudades portuarias como Hindeloopen y Harlingen seducen con su arquitectura del s. XVI y un ritmo relajado y contagioso que no ha cambiado en siglos.
• Conocer los excelentes museos y la creativa gastronomía de la Leeuwarden, la capital provincial.
• Conectar con la naturaleza en Schiermonnikoog, la "isla del monje gris", un parque nacional repleto de aves y serenidad.
• Regresar a la Edad de Oro holandesa y conocer el arte tradicional de la pintura de muebles en esta ciudad costera.
Incluye: Leeuwarden (Ljouwert), Harlingen, Sneek (Snits), Hindeloopen (Hylpen), Islas Frisias, Vlieland, Terschelling, Ameland y Schiermonnikoog.