¿Quién no conoce a personas que han pasado los cuarenta y siguen hablando de los abandonos, materno o paterno, de los maltratos, de las heridas de la infancia, de los duelos del amor?
Prisioneros del pasado, de Patricia Faur, nos propone que dejemos de leer el pasado como destino, que nos liberemos de calificaciones y clasificaciones que nos atrapan, encierran y estigmatizan. La autora ilumina la cita de Jean-Paul Sartre: "Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos nosotros con lo que han hecho de nosotros" y, a partir de su experiencia como terapeuta explica cómo, aunque provengamos de familias tóxicas, en las que hubo abandonos, descuidos, violencia, locura o abusos hacia los hijos o secretos profundos y considerables, es posible reescribir la historia personal.
Este libro es una apelación a que los hijos abandonen el lugar de la víctima, una actitud que los hace rehenes de sus fantasmas y deposita el poder en otros, en aquellos que los lastimaron o que no fueron padres amorosos o buenos cuidadores. No se puede cambiar esa historia, pero sí se puede cambiar la forma de percibirla y de contarla; dejar atrás las peleas estériles que nos anclan en el lugar de niños sufrientes nos da la posibilidad de construir una vida llena de amor y de felicidad: ser artífices de nuestro destino. Lo mismo sucede con las rupturas amorosas: si sufrimos en una relación y nos cuesta ponerle fin o no podemos superar un abandono, salir del lugar de la víctima nos ayudará a hacer el duelo, a comprender y a darnos una nueva oportunidad.
De ese modo lograremos hacer algo bello con "lo que hicieron de nosotros". Un verdadero desafío vital.