Noa y Xabier han perdido sus respectivos caminos.
Noa encuentra el de Xabier, y se lo deja escrito en una botella.
Xabier encuentra el de Noa y, por eso, le deja frutas en la guantera.
Así se inicia un juego de simbolismos, que acaba con este libro y su mensaje.
Ahora solo queda una pregunta por hacer:
«Eh, tú, ¿juegas?».