La propuesta que estaba sobre la mesa… ¡iba acompañada de un anillo de millones!
La socorrista Ondine Wilde casi estuvo a punto de lamentar haber rescatado a Jack Walcott evitando que se ahogara. El multimillonario era tan grosero y arrogante como guapo, por lo que Ondine no esperaba que le diera las gracias. Lo que no se imaginaba bajo ningún concepto era que le propusiera que se casaran.
Jack le explicó que le hacía falta una esposa de conveniencia para asegurarse su puesto de director ejecutivo. Y aunque a ella le costara reconocerlo, necesitaba seguridad económica para su familia. ¿Cuál era la única regla de Jack? Que no intervinieran los sentimientos, lo cual a ella le pareció bien, tras su historia de desengaños. Hasta que la ardiente química entre ambos dejó en papel mojado el acuerdo que habían firmado.