Su seguro servidor es la confirmación de que Cristhian Briceño es un autor en plena construcción de su obra, a estas alturas absolutamente reconocible y necesaria. Si autoras como Mariana Enriquez, Samanta Schweblin y Liliana Colanzi han reinventado los subgéneros del terror, lo fantástico y lo maravilloso, Briceño ha hecho lo propio con el absurdo.
En lugar de presentarnos un antihéroe patético y débil inmerso en su devenir hacia la intrascendencia, Su seguro servidor da cuenta de un momento posterior (un futuro cercano) en que a este ni siquiera el intercambio de una vida entregada al capitalismo, a formar parte del engranaje de una sociedad que trata a sus ciudadanos como piezas de una perfecta maquinaria autónoma a cambio de ciertas alegrías menores, es posible.
La teoría dice que este escenario es el caldo de cultivo de toda rebelión: lo coercitivo que no da concesiones, ni válvulas de escape a la masa controlada para liberar tensión como si de una olla a presión se tratara. En cambio, los personajes de Briceño deciden seguir al pie de la letra las normas que la realidad les impone. No por miedo, no por falta de coraje, sino porque no podrían imaginarse ni querer otra realidad: la ideología ha operado de modo magistral a tal punto que les ha quitado la voluntad... Esa es la crítica que, en retrospectiva, Su seguro servidor nos plantea aquí y ahora.