Se suele decir que el don de la palabra es privilegio de unos pocos. Sin embargo, todos los grandes oradores han sido claros: las primeras veces que intentaron hablar en público tuvieron enormes dificultades. Muchos de ellos las lograron superar porque tuvieron al maestro correcto, en el momento oportuno.
Aprender a hablar en público es más fácil que aprender a conducir, sólo que son más las personas que toman clases de manejo que las que toman un curso de oratoria. Lo que tienes en tus manos no es un libro, sino un manual para preparar rápidamente una charla sobre cualquier tema y pronunciarla como nunca lo hubieras soñado.