A Parker Laird le encantaban el dinero, los negocios y el poder, en ese orden. A su hermano Jay le encantaban las mujeres, rubias, morenas, pelirrojas... ¡y no necesariamente en ese orden ni en ningún otro! Cada semana parecía profesar su eterna devoción a una chica distinta. Pero, en esa ocasión, Jay se había enamorado de la secretaria de Parker, Abby.
Abby era simpática y eficiente, ¡y tenía unas piernas estupendas! Parker estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de que Jay se concentrara en los negocios y que su secretaria se quedara en la oficina... ¡incluso a casarse con ella!