Fletcher y Ally pertenecían a mundos diferentes. Él se dedicaba a la ganadería y poseía un rancho que era el centro de su universo; ella era una gran diseñadora, acostumbrada al éxito y al glamour de las ciudades. Sin embargo, cuando se conocieron en Melbourne, se enamoraron perdidamente.
Fletcher parecía más dispuesto a rendirse que a buscar una solución que les permitiera estar juntos, porque aún tenía presente el recuerdo de su madre, que lo abandonó cuando solo era un niño, incapaz de soportar la desolación de aquellos parajes... Ally iba a tener que demostrarle que, aunque no hubiera crecido en un rancho, podría adaptarse a vivir en él, porque estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de estar junto al hombre que amaba.
Así que diseñó un plan: se presentó ante él solicitando el puesto de niñera de Connor, el ahijado huérfano de Fletcher, y se aseguró de que aquel puesto no fuera temporal...