La pequeña Carmenmaría nació en el Madrid del final de la guerra. Hija de Don Francisco —un periodista pluriempleado— y de Doña Paulita —una malabarista de la economía familiar—, y hermana mayor de las gemelas Charito y Matildita —el ojito derecho de la Tata—, supo exprimir cuantas alegrías y desdichas le brindaba una vida llena de historias.
Una infancia endulzada por pastillas de chocolate Matías López y chicles Bazoka, y amenizada por el Consultorio femenino y de belleza de Marta Regina o La hora del oyente infantil sonando en el gigantesco aparato de radio Telefunken. Los primeros amores —como aquel hijo del kiosquero que le dejaba hojear los TBO—, los baños veraniegos en Cercedilla, aquel primer Seat 600 capaz de cargar toneladas de equipaje pero también de calarse en mitad de la Gran Vía… construcción de la Europa moderna.