A través del CATASTRO DE ENSENADA hemos podido encontrar una radiografía de mediados del siglo XVIII en que se deja reconocer la estructura socio- profesional de los vecinos de los pueblos, la poca productividad de los recursos disponibles por la falta de instrumentos de transformación e intercambio sectorial e intersectorial y el papel preponderante de la Iglesia y los titulados. No extraña que esta ciudad no pudiera prosperar, y mucho menos dar un salto a una economía capitalista. Hemos enmarcado la ciudad de Valladolid dentro de su provincia para hacer ver su dependencia del agro al tiempo que la ciudad se perfila como centro de servicios básicamente. Valladolid a mediados del siglo XVIII era una ciudad de unos 22.000 habitantes pero se comporta como un gran pueblo, muy lejos de lo que podría esperarse si hubiera ido creciendo conforme a lo que había sido en el siglo XVI. La ciudad es un importante centro de servicios, como lo había sido ya antes, debido principalmente a que la Chancillería atraía a múltiples litigantes. El obispado, la Inquisición y otras instituciones eclesiásticas eran también un punto de cita para toda la población a nivel regional. Hay una población flotante de unos 2000 a 3000 habitantes que no se encuadra en términos de población activa ni inactiva. Tampoco el número de nobles, unos 540 vecinos (aristocracia, titulados y caballeros), quedan registrados aunque siguieran teniendo sus casas en Valladolid, y sobre todo sus rentas. Faltan, pues, en la contabilidad del catastro de la ciudad de Valladolid quienes no pertenecen al dominio de los oficios y artes mecánicas o liberales.