El viento posee una carga simbólica que evoca el espíritu, las esencias activas, la orientación. Los "Vientos Verdes" son por lo tanto los espíritus, los sentimientos, las orientaciones verdes. En conformidad con la naturaleza primitiva del viento, vivifica el espíritu, estimula, excita e inspira. Estos textos no describen cosas, sino que invitan a hacer cosas, y a hacerlas juntos. Son argumentos urbanos los que trata y, precisamente, presuponen participación, sentido de pertenencia, expresan el deseo de ciudad, de ser conciudadanos. La destrucción del ambiente y la pérdida de los recursos no habrían sido posibles sin la destrucción que preliminarmente se ha hecho de las ciudades, y ésta sucedió por la transformación de conciudadanos en consumidores individuales. Los problemas ambientales a los que se refieren los "Vientos Verdes" se pueden resolver sólo compartiéndolos y para compartirlos es necesario reconstruir la ciudad. El futuro sustentable requiere la duración, el juego repetido, la responsabilidad del día siguiente. En esta situación solamente las estrategias cooperativas permiten jugar con resultados positivos. Nuestro presente nos pide un comportamiento paradojal, nos pide ciudades en un mundo que nunca fue tan metropolitano, nos pide cambiar para dejar de cambiar todo, todos los días, nos pide amar al otro en un mundo buenazo en el cual debemos sufrir el amor desde la obligación, nos pide un erotismo poético en un mundo inundado de pornografía transgresiva. Es difícil pero apasionante responder a estas cuestiones, me parece que el autor haciendo aletear sus "Vientos Verdes" nos invita con gentileza latina a hacerlo.