Agua de vasija rota tiene como objeto literario el imperio de la muerte y de su contraria, la vitalidad. El encuentro entre ambos da lugar a un reconocimiento del dinamismo propio de la tarea de habitar el mundo, y cada dimensión se hace metáfora desde el tÃtulo mismo de la obra. Vasija rota es la forma figurada en la que se presentan las grietas por las que se fuga la vida, las rendijas por las que se cuelan la fragilidad y la finitud. Agua es aquà metáfora del latido, del pulso humano. Ahora bien, la muerte se extiende en este libro sobre aquello que es susceptible de morir: los momentos, las palabras, los objetos; y, con la misma lógica y el mismo sello estético, la vida se ubica en todo aquello que tenga posibilidad de ser enérgico y vibrante: el sexo, la infancia, la memoria, los sueños.