El peso de la historia en las ciudades y pueblos de Andalucía ha sido un importante decantador, no solamente de hechos y acontecimientos, sino sobre todo, de la propia realidad física que ha pervivido y de la que hemos aprehendido. La construcción, la forma y la materia han convivido con las preexistencias generando una continuidad, consentida o no, que nos ha acercado a un presente como resultado de una inteligencia colectiva. Tras importantes periodos de ruptura, bien por desarrollismos descabezados o por alienantes fluctuaciones económicas, esta continuidad ha permanecido indemne gracias a importantes ejercicios de reflexión que han configurado un inmejorable presente de la arquitectura de esta tierra. El uso de la sombra, del agua o los materiales naturales han sido recursos que han permitido al hombre del sur establecer diálogos directos con su entorno más próximo. Estos elementos, el ápeiron de la arquitectura andaluza, han sentado las bases de nuevos marcos conceptuales, actualizándolos y dando paso a una arquitectura contextual, una arquitectura que parte de ideas con profundos procesos de abstracción sin una renuncia al lugar. La idea de casa andaluza ha constituido la base ideológica de muchas propuestas sobre casas y espacios domésticos, todas ellas muy dispares y con desarrollos distintos.
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