En Metaficcionario, los distintos narradores fungen como dioses del universo de la imaginación. Este volumen de cuentos es la prueba de que los dedos toman el control de las historias en el momento en que tocan el teclado y comienzan la espiral de la metaficción. El escritor Ulises Zarazúa da la impresión de diluirse, pues deja que sus personajes hablen por sí mismos —como creadores de sus propias historias— y no se priven del poder de la lengua, jueguen con las palabras, inventen nuevas y las yuxtapongan con humor. Estos personajes-autores-escritores, que tienen un amplio conocimiento artístico e histórico, trazan un recorrido que comienza en la prehistoria y parece no tener fin. En todo momento son conscientes de que «una sola línea, y aun una frase, es eterna para cualquier personaje». Exponen los temas rebuscados de la literatura, juegan con la tipografía, recomiendan corrientes europeas para lograr historias más convincentes, y no muestran reparo en experimentar aquello que sale de la televisión estadounidense. Nos recuerdan que, a fin de cuentas, «todos somos lenguaje… estamos hechos de signos y lo único que podemos hacer es desmontarlos, traducirlos».