En la calle del cementerio habitan siluetas reconocibles. Casi nadie tiene nombre, ni siquiera la voz que teje al vuelo anécdotas y despliega una a una las figuras que conforman su mundo: la abuela; la madre y su miseria; el padre y su ausencia; Ida, la vecina; y la muerte, hilo que une todos los relatos en un afån universalizador.
Ninguna voz canta sobre una tumba, atrae a los fantasmas y los mantiene en las påginas de siete escalofriantes y enigmåticas historias; siete versiones de la pérdida narradas desde una infancia que terminó ayer en una zona entre urbana y semirrural de Prekmurje. Estos cuentos pueden leerse como variaciones sobre los motivos del paso del tiempo y la muerte, que aborda la autora también en colecciones anteriores, pero con una unidad formal mås rigurosa.
El lector pondrĂĄ nombres donde no los hay; compartirĂĄ el dolor, la inocencia, la alegrĂa y el abandono que funden todas las voces en una entre el humor y la ironĂa que, por un lado, alivian el peso y la fatalidad; y, por otro, desnudan la anomalĂa de la percepciĂłn del mundo adulta y "mayoritaria".