Si las lecturas son caminos que cada uno abre en el inmenso bosque de los libros, bien puede decirse que este es, a su modo, un libro hecho de caminos que un filósofo marxista trazó con el concurso de figuras como Hegel, Feuerbach, Montesquieu, Rousseau, Maquiavelo y Spinoza. Pero no se trata de un camino cualquiera, sino de esos que tal vez, en última instancia, no conduzcan a ninguna parte. Si es cierto que el lector nunca es amo en su propia casa, podrá reconocerse que estas páginas tratan también sobre aquello que le acontece a Althusser en su intento de fundamentación del marxismo. Él mismo habría sugerido en diversas ocasiones que el estudio de la filosofía moderna puede ser concebido como una pedagogía del espíritu teórico o, también, como una propedéutica para la comprensión del pensamiento de Marx. En definitiva, se trata de lecturas en busca de argumentos para el materialismo. Sucede, sin embargo, que su intención manifiesta no se cierra sobre sí misma, sino que permanece inscripta en un horizonte problemático que no domina y del que secretamente vive: una comprensión de la política y la historia que se proyecta en Marx y, a la vez, lo excede.