Un anciano iba andando por la ladera de un rĂo, cuando vio a una muchacha que estaba tumbada sobre la hierba, hablando a solas en voz alta.
TratĂł de escuchar, pero no llegĂł a comprender lo que decĂa pues eran cosas sin sentido aparentemente, se acercĂł hacia ella y la preguntĂł.
âMuchacha, ÂżquĂ© dices?, Âżcon quiĂ©n hablas?
La joven que no se habĂa dado cuenta de la proximidad del anciano y que estaba plĂĄcidamente tumbada se sobresaltĂł por aquella interrupciĂłn. Tras comprobar que no habĂa nadie mĂĄs a su alrededor, le contestĂł con cierto desaire.
âNo hablo con nadie, solo expreso mis pensamientos en voz alta, eso me ayuda a ordenarlos y a saber quĂ© hacer.
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