El Marqués de Lumbría :

This audiobook is narrated by an AI Voice. La casona solariega de los marqueses de Lumbría, el palacio, que es como se le llamaba en la adusta ciudad de Lorenza, parecía un arca de silenciosos recuerdos de misterio. A pesar de hallarse habitada, casi siempre permanecía con las ventanas y los balcones que daban al mundo cerrados. Su fachada, en la que se destacaba el gran escudo de armas del linaje de Lumbría, daba al Mediodía, a la gran plaza de la Catedral, y frente a la ponderosa y barroca fábrica de esta; pero como el sol la bañaba casi todo el dia, y en Lorenza apenas hay días nublados, todos sus huecos permanecían cerrados. Y ello porque el excelentísimo senor marqués de Lumbría, don Rodrigo Suárez de Tejada, tenía horror a la luz del Sol y al aire libre. «El polvo de la calle y la luz del Sol—solía decir—no hacen más que desluştrar los muebles y echar a perder las habitaciones, y luego, las moscas...» El marqués tenía verdadero horror a las moscas, que podían venir de un andrajoso mendigo, acaso de un tiñoso. El marqués temblaba ante posibles contagios de enfermedades plebeyas. Eran tan sucios los de Lorenza y su comarca...

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El Marqués de Lumbría :

This audiobook is narrated by an AI Voice. La casona solariega de los marqueses de Lumbría, el palacio, que es como se le llamaba en la adusta ciudad de Lorenza, parecía un arca de silenciosos recuerdos de misterio. A pesar de hallarse habitada, casi siempre permanecía con las ventanas y los balcones que daban al mundo cerrados. Su fachada, en la que se destacaba el gran escudo de armas del linaje de Lumbría, daba al Mediodía, a la gran plaza de la Catedral, y frente a la ponderosa y barroca fábrica de esta; pero como el sol la bañaba casi todo el dia, y en Lorenza apenas hay días nublados, todos sus huecos permanecían cerrados. Y ello porque el excelentísimo senor marqués de Lumbría, don Rodrigo Suárez de Tejada, tenía horror a la luz del Sol y al aire libre. «El polvo de la calle y la luz del Sol—solía decir—no hacen más que desluştrar los muebles y echar a perder las habitaciones, y luego, las moscas...» El marqués tenía verdadero horror a las moscas, que podían venir de un andrajoso mendigo, acaso de un tiñoso. El marqués temblaba ante posibles contagios de enfermedades plebeyas. Eran tan sucios los de Lorenza y su comarca...


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