Los Héroes de Yakutia es una obra de ficción, basada en la realidad: ninguno de los capítulos impares, que cuentan historias, son del todo verdad; y ninguno de los capítulos pares, que cuentan vivencias, son totalmente ficticios. La vida es complicada, y, un buen día, un tipo normal —si por normal queremos entender alguien ajeno al mundo carcelario, a sus campañas de entradas y salidas, a sus reglas y a sus contingencias— ve cómo, por circunstancias que en realidad no importan, su vida cambia de golpe, viéndose inmerso durante años en un pozo en el que nadie piensa, ni cree que de verdad existe, hasta que se cae en él. Y, si ese tipo normal, además es un policía, el choque de dos realidades es todavía más cruento. Pero, Los Héroes de Yakutia no cuenta las penalidades de un policía en las cárceles (eso ya lo ha hecho mucha literatura), sino las del preso que no sabe muy bien si existirán los expresidiarios, ni si existen los expolicías, y las historias del día a día de esa nueva realidad que dan munición a la perdición y a la supervivencia. Lo que es va desapareciendo poco a poco, y lo que empieza a ser va creciendo a pasos de gigante. ¿Perdería la esperanza? ¿Hay un camino de vuelta en alguna parte?