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Los verbos que estoy por vivir : Cuentos

E-kirja


Una mujer se queda sin palabras frente al mar. El mar como ocasión definitiva para la escritura, para anclar en la arena los signos de lo indecible. ¿Qué es lo que escribe una mujer frente al mar? ¿Qué es lo que escribe una mujer ante la distancia insondable que impone el agua con su vaivén militante? ¿Por qué frente al mar?

Marina Deza nos impone estas preguntas con su potente puñado de textos aquí reunidos. Desde uno de ellos, la mujer en duelo frente al océano se vuelve signo de la totalidad de los relatos y de la autora misma. Ella, justamente, mujer de la costa, niña de Necochea, nos ofrece allí la trillada escena de la página en blanco, pero ahora reconvertida en una escena superior, la del abismo latiente que deja a nuestros pies una endeble franja de espacio y tiempo para plasmar las huellas de nuestra voz aquietada por ese latir que recuerda o anuncia un huracán pasado o posible.

Una mujer no escribe porque lo pida una blancura deseante; una mujer, esta mujer, este tipo de mujer escritora que aquí se nos presenta, escribe porque se ha enmudecido. Esta mujer enmudecida escribe sabiendo la endeblez de ese gesto, como endebles son las marcas de una vara de mimbre en la arena que orilla la espuma marina. Marina es, pues, esta mujer que se escribe al escribir en la zozobra del futuro incierto tras un pasado demolido.