Noa lleva un mes trabajando como jardinera en la mansión de Héctor, un tipo tan insufrible como guapo y sexy, que una mañana le pide un favor de lo más extraño.
Héctor necesita que Abril asuma de una vez que su relación hace tres meses que ha terminado y, de pronto, descubre que tiene la solución perfecta en su jardín.
Noa. La chica a la que, ante la llegada inminente de Abril, le propone que suelte la motosierra, deje de podar y se haga pasar por su novia.
Noa le exige el triple de lo que gana como jardinera, porque soportarle a él es mucho más duro que cuidar de su maravilloso jardín y él acepta.
Noa se hace pasar por su novia, se dejan ver juntos, acuden a fiestas y con tanto trajín deciden que lo mejor es que Noa se instale en la mansión.
La convivencia entre ellos es un desastre, no se aguantan, pero lo que importa es que Abril acaba por creerse que están juntos y decide marcharse a Nueva Zelanda a empezar de cero.
El papel de Noa ha terminado, si bien Héctor, inexplicablemente, comienza a echar demasiado de menos a la chica que cuida de su jardín…
