Una exquisita colecciĂłn de cuentos, que recuerda una verdad hoy olvidada: la delicadeza esconde una pavorosa energĂa, la levedad presupone el heroĂsmo. Para mantener el espĂritu abierto, la imaginaciĂłn despierta, la mirada limpia, es preciso apoyarse en un carĂĄcter de roca, en la firma certeza de que nada hay tan sĂłlido como una nube, la tierra no es sino materia que aspira a evaporarse.
En estos relatos, Manuel de la Escalera pretende definir lo indefinible. Pero la precaria existencia que en ellos se plasma, no provoca en el lector angustia, sino una cierta sonrisa que se deriva de su humorismo y de una sabidurĂa de elegante socarrĂłn.
La nube y su espectĂĄculo acaban siendo no sĂłlo un remedio para la pobreza de abajo, sino una gloriosa aspiraciĂłn a la que se tiende sin perder un segundo la lucidez sobre este encierro.