El amor a la vida y a la juventud, melancĂłlicamente representada por un viejo pintor que anhela volver vivir su amor por la condesa a travĂ©s de su hija, es la historia que Guy de Maupassant relata en esta novela dura y trĂĄgica, que pareciera a simple vista, un relato de un amor malogrado, de esos que hay muchos. Pero no es asĂ. Es el grito desesperado de un pobre viejo por volver a vivir sus años mĂĄs fulgurantes, donde amĂł con mĂĄs ardor y donde las esperanzas colmaban el horizonte sin fin. Es la conciencia de la vejez y la avalancha de eventos que sepultarĂĄn en obsolescencia al alguna vez ilustre hombre. Una obra totalmente congruente con la vida de Maupassant, a quien la locura lo acompañó hasta el final de su vida, como en un episodio extraño y demente, cuando uno de sus sirvientes entrĂł en su cuarto espantado despuĂ©s de haber escuchado una detonaciĂłn de pistola. Maupassant tenĂa una en la mano y le dijo: "ÂĄMira soy inmortal!", disparĂĄndose en la cien, sin hacerse daño. "ÂżVes? ÂĄPuedo abrirme la garganta y no morirĂa!". TomĂł una daga y se la enterrĂł en el cuello. No muriĂł, pero fue al hospital grave, y nunca se recuperĂł por completo.