Teología, eclesiología y liturgia se entrelazan en este completo estudio sobre la evolución del ritual de dedicación de las iglesias a lo largo de los siglos. Un rito expresivo que, a través de sus palabras y gestos, enmarca el sentido último de la celebración litúrgica. El autor se detiene especialmente en el análisis de las diversas ediciones del Ponti ficale Romanum (1595, 1961 y 1977), destacando el sentido eclesiológico que subyace en cada una de ellas y su vocación mistagógica.