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Los lanzallamas

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Es Mirta Arlt, la lĂșcida hija de Roberto Arlt quien prologa este libro. Su lectura del mismo es existencialista. QuizĂĄs va mĂĄs allĂĄ de lo que el autor se propone con su escritura.

Pensamos que el absurdo en que viven y sueñan los personajes de Los lanzallamas, no puedan interpretarse desde una sola teoría del mundo. Acaso porque el mundo en que habitan y las aspiraciones que los mueven son mås bien un mejunje de creencias filosóficas y políticas que escapa a una interpretación unitaria.

El AstrĂłlogo o Erdosain obedecen mĂĄs bien a un orden en que solo existe la redenciĂłn a fuerza de un empecinamiento supremo. Sin embargo, he aquĂ­ la penetrante reflexiĂłn de Mirta, que da un contexto histĂłrico a la obra de su padre y que, aĂșn en nuestros dĂ­as, sigue conmoviĂ©ndonos:

Los lanzallamas, gran fresco expresionista, que produce en lo literario la ruptura de volĂșmenes exteriores y visuales de las cosas, injerta en 1931 aquel grito de BĂŒchner: «Seamos esenciales». Pero fuera de las coordenadas tempoespaciales de esa primera mitad del siglo XX —que marcha hacia la Segunda guerra mientras se gesta el existencialismo sartreano.

Roberto Arlt carece de sentido.

En cambio, si conseguimos figurar la coherencia del marco histĂłrico, los fantasmagĂłricos habitantes de esta porteña Corte de los Milagros, que aparecieron ya en Los siete locos y aquĂ­ viven los episodios finales de sus vidas, pueden llegar a entusiasmarnos: nos enfrentan con un precursor tan caĂłtico como Ășnico.

En su quinta de Temperley, el Astrólogo monologa con Hipólita; «con», pues si bien monologa, la motivadora, Hipólita, no puede faltar. El replanteo esencial fluye: el sentido de la vida, nuestra civilización, la felicidad del hombre, el hombre frente a la verdad, el sentido del conocimiento, Dios, la mujer.

Y ese planteo esencial estĂĄ continuado en esta serie de «conversaciones» por Erdosain, cuya expresiĂłn clave podrĂ­a ser: «Estoy monstruosamente solo [
] No me importa nada. Dios se aburre igual que el Diablo». Es un Erdosain que nos remite al existencial personaje de Yank en El mono velludo de O'Neill; como Ă©l, se siente desprotegido por el autor de sus dĂ­as, arrojado a la existencia. Como Ă©l, la incapacidad de escindir el volumen geomĂ©trico de los seres, de las cosas, del hombre y del mundo, impidiĂ©ndole llegar a la realidad Ășltima y verdadera, lo devuelven a sus orĂ­genes, y «como las grandes fieras carniceras da un gran salto en el vacĂ­o, cae sobre la alfombra y despierta en cuclillas sorprendido».

Mirta ArltÂżQuĂ© mueve a los personajes de este «gran fresco expresionista? ÂżQuĂ© hace que Los lanzallamas siga teniendo una fuerza especial? Dejamos al lector la respuesta a estas y otras muchas preguntas que despierta este libro Ășnico por su estilo y por su arquitectura dramĂĄtica.