Tras ser agredido por una banda de maleantes, Dan sobrevive mi-
lagrosamente. La pérdida de la memoria por las diversas contu-
siones debido a los golpes, no le permite recordar absolutamente
nada de su vida pasada: su esposa, padres, conocidos y trabajo que-
dan olvidados por completo. Sin ninguna identificación y en una
ciudad totalmente desconocida para él, es rescatado de la muerte
por un grupo de indigentes, quienes le brindan la ayuda necesaria
para su recuperación, y posteriormente se une a su forma de vida.
Dan aprende mucho de temas fi losófi cos, porque el más viejo de
los indigentes es sabio en esas cuestiones, sin embargo, algo en
su interior le dice que su pasado no ha sido igual al del grupo del
que ahora forma parte. Luego de varios años, Sunday, como fue
bautizado Dan por el grupo de indigentes, por azares del destino,
vuelve a estar frente al hombre que le causó tanto daño y lo llevó
a estar en las circunstancias presentes. Sabe que es él, su mente no
ha olvidado la risa y la voz inconfundible del malvado hombre. No
sabe cómo actuar, su primer impulso es tomar revancha, haciendo
alusión a la frase célebre de «ojo por ojo, diente por diente». A
punto de saciar su sed de venganza, suena en sus oídos una de las
muchas frases del viejo indigente que se apegan muy bien en esta
ocasión: «Ama a tu enemigo, y perdona, perdona todo el mal que
te ha causado, el perdón no solo es para para él, sino para ti mismo,
porque solo perdonando te liberarás de las ataduras del rencor y del
odio». Una lucha interna comienza muy en el fondo del corazón,
mente y alma de Dan (Sunday). Su lado humano le exige que cobre
físicamente la terrible agresión del que fue objeto, mientras que la
parte espiritual le pide que sea bondadoso, que brinde amor hacia
su enemigo y lo perdone. Solo así se elevará a una dimensión más
profunda de su existencia, una donde la paz y la compasión se con-
vierten en el lenguaje universal.
