Transitamos por tiempos inciertos: a la par que sufrimos diversos desastres naturales asistimos a un ominoso medrar del estado de vigilancia, a un creciente malestar psíquico difícil de precisar, a una pérdida progresiva de sabiduría y saber-vivir, a una maquinización de lo humano que amenaza con hacerse absoluta, y a un ambiente mediático caracterizado por la manipulación y la sobresaturación de información. Es este un tiempo que clama por un diagnóstico y por un camino hacia adelante. Por ello es pertinente revisar la obra de Byung-Chul Han (de la cual este texto sirve como presentación), quien, a través de las categorías centrales de positividad y negatividad, propone un hilo conductor. Más allá del diagnóstico sombrío, los ensayos de este libro proponen prácticas y lineamientos en la política y la educación, encaminados a recuperar la escucha, la contemplación, la negatividad sin la cual la permanente aceleración de actividades e información del mundo moderno, inundado de positividad, amenaza con consumirnos.