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CASAS INTERNACIONAL 147 VIVIENDAS COLECTIVAS

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Cada espacio a construir tiene limitaciones impuestas por la sociedad a través de sus códigos de edificación. Las viviendas colectivas de baja densidad responden, en parte, a estos códigos y a propuestas, para mí, más humanas desde el punto de vista de las relaciones que surgen entre los vecinos, ya que a menor cantidad de unidades será más fácil la comunicación. En cada uno de los proyectos, verificamos una serie de pautas comunes en el momento de tomar decisiones, más allá de las necesidades de ocupación, y que se proponen lograr una mejor calidad de habitabilidad. Estas pautas tienen que ver con las orientaciones, la ventilación, el confort interior y la relación interior-exterior. En las edificaciones urbanas se analiza el exterior que lo rodea, el exterior interno de la manzana en vecindad con las otras construcciones existentes, y además, la reelaboración del patio interno, las terrazas, los balcones y los espacios comunes, en una sucesión ordenada entre lo público y lo privado, pero, sin descuidar la economía y la racionalidad en la ejecución y en el mantenimiento. Hay que minimizar las pérdidas energéticas y optimizar el uso de la luz natural que influye en el momento de optar por las soluciones constructivas, los detalles y la selección de los materiales. Ante un solar determinado se analiza el entorno, las vistas, las condiciones climáticas y de asoleamiento, y la materialidad. Serán los requerimientos funcionales interiores que condicionarán la elección de la piel a determinar. Todo nos lleva a replantear las pautas de diseño y a buscar una nueva interpretación entre las necesidades, la implantación y la relación con el entorno inmediato.