Toda obra con implicaciones creativas busca inevitablemente una 'intersección de tiempos', un encuentro entre aquel momento en el que fue creada y el tiempo en el que ésta perdura. Octavio Paz denomina a este fenómeno como el 'punto de convergencia', asunto que implica una perspectiva dinámica desligada de la visión única del autor o de un único observador, tomando en cuenta la lectura de la obra como un acto histórico y, a la vez transhistórico, que sucede a través de la interpretación de múltiples lectores en tiempos distintos. Si bien habla de poesía, su texto es extrapolable a la obra arquitectónica, y así como la poesía existe a través de la lectura, la arquitectura existe a través de la vivencia y la crítica. El autor o autora es el primer 'lector' de su proyecto; su lectura es consecuencia de su propio proceso creativo, resultado del tiempo y espacio en el que lo desarrolla, influido por aquellos que le anteceden, por las tendencias contemporáneas, y por el deseo de innovar. La lectura del autor -aprehensible aquí a través de los textos de síntesis descriptiva de cada obra- es en principio una primera lectura disciplinar, sesgada por lo meramente cognoscible del acto de crear; una lectura como la de un espectador ante el espejo. No obstante, su visión es una lectura incompleta, un producto que requiere de las interpretaciones y recreaciones de otros, aquellos que observan, viven, retratan o critican su obra. Así, la obra como tal no posee un carácter definitivo, pues cada lectura 'produce' una obra distinta sometida a un proceso de intersubjetivación, tejiendo esa primera aproximación con el retrato de la obra por los fotógrafos y su visión particular y en cierto modo tendenciosa, con un metalenguaje propio que responde a la posición privilegiada de lo visual en la arquitectura y al discurso detrás de cada imagen congelada. Mi lectura procura integrar de manera discursiva, aunque sintética, estas lecturas sobre la presente selección de casas ecuatorianas, una selección basada en la visión crítica de la obra, inevitablemente subjetiva pese al bagaje y a la formación de quien escribe, dejando abierto el discurso a la continuidad y a nuevas interpretaciones.
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