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De cosas que se ven en la tierra…

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El encuentro con sobrecogedoras impresiones arquetípicas puede conducir a la transformación de lo real, pero también puede impedirla. Son las dos caras del mito. De un lado, el mágico poder de producir lo real; del otro, la confianza en la simple ilusión. Cuando el hombre se siente inseguro, pensaba Jung, las fuerzas celestiales se le aproximan. Cuando el hombre se siente seguro, cabría suponer, las fuerzas celestiales se alejan. Pero es difícil saber hasta qué punto el hombre puede sentirse seguro sin recurrir a los ídolos o los dioses. Después de profanar los viejos altares, los arquitectos de la Revolución Francesa levantaron nuevos altares a la diosa Razón. Pero no tuvieron que inventarlos, pues los viejos edificios sagrados, las pirámides y el Panteón, les sirvieron para este propósito. Del mismo modo, después de que los objetos redondos y luminosos desaparecieran del cielo, algunos arquitectos sintieron la necesidad de proyectar objetos semejantes sobre la tierra. Tienen aspecto de objetos extraterrestres. El dinamismo, la continuidad y el brillo de la superficie exterior son condiciones de la mayoría. Por la noche irradiarán luz hacia el exterior. Por el día se protegerán de las inclemencias. Un rápido repaso a las ideas de los arquitectos futuristas es suficiente para apreciar hasta qué punto sus ideas se aproximan a las de muchos arquitectos del siglo XXI.