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Epifanía del hombre natural

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Epifanía del Hombre Natural

Tendió los brazos hacia el sol y se le abrieron las manos como flores a la manera de jubilosos girasoles que un himno interior embelleciera. Su boca se abrió hacia el cielo y los rayos dorados penetraron y quemaron, suaves, la impureza. Lo inundó el oxígeno de los bosques azules y los intensos aromas de los toros en celo.