Hitomi vive aferrada a la protección de una capucha, al anonimato que ofrecen los lentes oscuros y al pobre disimulo que le brinda su estuche de maquillaje. Está acostumbrada a ser el blanco de todas las burlas y la excusa de siempre para crear un nuevo chiste. Es la víctima acostumbrada de los acosadores de su instituto, de los insultos de propios y extraños. Hitomi prefiere la soledad de su habitación y llorar por las noches frente a su ventana.
Sin embargo, esto está a punto de cambiar, la revelación de un secreto que esconde su dinastía será el detonante para que Hitomi comience la madre de todas las batallas, un terrible secreto que puede cambiar para siempre su vida. La línea del destino es una recta inquebrantable que no admite segundas interpretaciones ni caminos alternos. No obstante, ella está a punto de transgredirla, de enfrentar Torres, Alfiles, Cavaliers y Peones con el fin de devolverle la victoria y la gloria a su bando, a la armada negra, y de paso devolverles la capacidad de elegir, el poder del libre albedrío, y de esta forma honrar a aquellos, que por ella, se convirtieron en mártires.