Cuando he llegado a la redacción esta mañana juro que pensaba que sería un día tranquilo. Pero entonces viene Almudena, mi jefa, y me ofrece un puesto que nadie en su sano juicio rechazaría, y yo por ahora me considero bastante cuerda.—Para que tú puedas ocupar ese puesto, alguien debe ocupar el tuyo—ha dicho después, y yo he pensado: joder, perfecto. Almudena me entrega el currículum de la chica que ha elegido para sustituirme.—Me fío de ti—he dicho rechazando leerlo. —Perfecto, Elena, porque llega en diez minutos—ha respondido.Dos semanas. Ese es el tiempo que me ha dado para enseñar a la nueva antes de ocupar mi nuevo puesto.Y entonces llaman a la puerta del despacho y Almudena dice que ya que será mi subordinada unos días, debería recibirla yo. Y tiene razón, así que voy y abro con decisión. El problema es que el corazón me da un vuelco en cuanto la veo, porque a la nueva yo ya la conozco y por su gesto y su reacción, está claro que no se alegra mucho de verme.Mi pasado ha vuelto para castigarme. Un pasado con nombre y apellido: Emma Garay. La única mujer a la que he amado de verdad.