Ceilán 1855
La intensa mirada de Bran Kendrick se clavó fijamente en esa chiquilla morena de aspecto delicado, a pesar de la suciedad que la cubría. Tenía prisa por irse, un importante negocio le esperaba en la ciudad, y no quería niños rondando por la mina; daba igual que fueran nativos o ingleses, no era lugar para ellos, y menos para una niña que no era la primera vez que acudía por ahí.
¿De dónde había salido?
Esa niña solo quería un zafiro, o un rubí, aunque fuese muy pequeño, aunque fuese defectuoso; un zafiro como tenían los otros niños, aunque ella no los hubiera visto.
Y lo pidió, y Kendrick, por lástima, incluso con ternura, se lo dio, una piedra de tamaño minúsculo y de poco valor, a condición de averiguar ciertas cosas.
Una vez que obtuvo la información, supo lo que tenía que hacer. Pero lo que no supo fue que esa acción que hizo, tendría consecuencias. Y esas consecuencias tardarían unos años en hacerse ver, en cambiar su vida y, en especial, sus sentimientos.
¿Qué puede ocurrir cuando el destino juega contigo una… dos veces, o más?"